La plasticidad cerebral nos permite estar en continuo aprendizaje con nuestro entorno y con nosotros mismos, por ello cuando mejoramos nuestra plasticidad muscular, no solamente se ven implicados nuestros músculos, sino también nuestros procesos mentales.
Durante una sesión de baile, el rendimiento de la memoria se intensifica (memoria a corto y largo plazo), mejorando la coordinación del propio cuerpo en cohesión con la música. La música nos inhibe emocionalmente, a la vez que el proceso de atención nos permite tomar conciencia de nosotros mismos y del espacio físico que nos envuelve. Y por tanto, permitiendo el trabajo de percepción auditiva y visual.
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